Antonio Estevan Estevan  y  Alfonso Sanz Alduán  -  La crisis económica

 

"Hacia la reconversión ecológica del transporte en España",   páginas 225 a 227

 

Los períodos de crisis en los que se desenvuelve cíclicamente la economía española son otro de los argumentos que se manejan para presentar el Proyecto Institucional como la única política posible. En un contexto como el actual se da por supuesto que sólo caben aquellas políticas sectoriales que sean por naturaleza expansivas y estimuladoras del gasto y de la actividad económica.

Aparentemente, las recetas más fáciles para paliar la crisis se basan en la estimulación de la economía desde el sector público. La construcción de infraestructuras viarias, que constituye el núcleo del Proyecto Institucional, es la actividad que recibe una mayor aceptación sociocultural, y por tanto es una de las que están más a salvo de cualquier evaluación racional de su utilidad frente a su coste. En este sentido puede aparecer a los ojos de muchos como una actividad idónea como mecanismo de estimulación económica pura.

Sin embargo, y aún siendo obvio que otras políticas de transporte pueden canalizar la inversión pública ejerciendo iguales o mayores efectos reactivadores sobre la economía, no está de más recordar que la crisis actual es mucho más compleja que una simple crisis de demanda como las que describían los manuales de economía tradicionales. Concentrar las energías políticas y presupuestarias en construir una red de infraestructuras viarias sobredimensionada para las necesidades del país —que luego hay que renovar, vigilar y mantener—, puede ser el recurso más fácil desde el punto de vista de la política del día a día. Pero el enterramiento de recursos y las hipotecas futuras que representa este proyecto, así como la autocomplacencia y la concentración de la atención política que induce en las instituciones de gobierno, pueden pesar como una losa sobre las posibilidades de recuperación de la economía real del país.

Por otra parte, cada vez que se pone en cuestión el actual modelo de transportes, basado en un absoluto predominio de la carretera y en particular del vehículo privado, alguien recuerda que España ha ido ocupando un papel de relieve en la industria de la automoción europea, en la que figura como cuarto productor de vehículos y exporta una parte sustancial de su producción. De ese papel se deriva además un peso considerable del sector en la generación de empleo, cuestión especialmente sensible en los momentos actuales.

Sin embargo, son muchos los elementos que indican que ha llegado el momento de superar el tradicional temor reverencial a afectar de algún modo a la expansión de la industria del automóvil a través de cualquier política institucional. Temor reverencial que facilita las amenazas y las declaraciones de regulación de empleo por parte de la industria, así como la acumulación de privilegios de todo tipo en auténtico agravio comparativo con el resto de los sectores productivos.

Pese al indudable papel central que esta industria ha representado en los procesos de acumulación de capital y crecimiento económico en el pasado en los países desarrollados, ya no va a poder mantener por mucho tiempo su primacía económica en estos países. Tanto la progresiva saturación de la demanda como los procesos de deslocalización de la producción, que son claramente perceptibles desde hace años, parecen cuestionar definitivamente esa hegemonía. Además, las evidencias acumuladas en los últimos meses obligan a aceptar definitivamente el hecho de que la industria del automóvil con plantas de ensamblaje en España adaptará su estrategia a la evolución del mercado mundial, independientemente de cuál sea la política española de transportes.

Por consiguiente, carece de sentido seguir sacrificando cualesquiera valores sociales y ecológicos a la prosperidad de esta industria, como se ha venido haciendo calladamente en el pasado. Además, el mantenimiento de protecciones injustificadas actuará como inhibidor en los procesos de adaptación de la producción a las nuevas exigencias ecológicas, e incluso de reorientación hacia otras actividades, que la industria del automóvil de los países desarrollados debe ir acometiendo a medio y largo plazo, como única alternativa a la deslocalización y el cierre. El margen de maniobra no sólo existe, sino que parece recomendable utilizarlo también en este aspecto.

 

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Índice del libro "Hacia la reconversión ecológica del transporte en España"

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