Pedro A. Echarte - Eivicord

 

Ultima Hora Ibiza - Artículo Nº : 119 - Fecha de publicación : 03-05-2000

 

La labor que como profesor de violín del Patronato Municipal de Música realiza Georges Verwilt tiene una proyección pública de alto valor educativo a través del conjunto de violines «Eivicord», en el que este distinguido violinista y director belga lidera a siete de sus alumnos. Excepción hecha del entusiasta Sr. Vanderaerden y del propio Verwilt, el grupo está constituido por jovencísimos estudiantes, para quienes un recital es siempre una buena ocasión para poner a prueba el nivel adquirido y templarlo en la permanentemente comprometida confrontación con el público. Creo que este tipo de actuaciones, además del valor pedagógico que poseen para los propios estudiantes, cumplen una función divulgativa de gran importancia; pocas manifestaciones provocan una tan cálida adhesión del público en general, además de suscitar un acercamiento de la juventud a la mejor música, como el ser partícipes del gozo experimentado por estos jóvenes en la interpretación de la música que llamamos «clásica», que tantos reputan de «aburrida» o «difícil de comprender».

«Eivicord» viene cumpliendo últimamente un calendario de actividades bastante intenso; finalmente pude escucharles el domingo 30 de abril en la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes de Santa Eulalia. Obras de J.S. Bach, Telemann, Ignaz Pleyel, Mozart, Haydn y del propio director del conjunto figuraron en el programa.

Además de las obras destinadas al grupo en su integralidad tuvimos un par de Dúos, donde Verwilt alternó con dos de sus más aventajados discípulos: Rubén Herrera (en un Dúo de Pleyel) y Laura Boned (en otro de Haydn). Dos bises fueron ofrecidos ante el entusiasmo del público: "Wiegenlied" (Nana) de Johannes Brahms, y un arreglo, debido al profesor Raymond Andrés, de la canción tradicional ibicenca "Sa meua roqueta".

Debe quedar claro que no voy a ejercer aquí mi función de crítico como si de un conjunto profesional se tratara; pienso que ello atentaría contra el principio educativo que preside y anima a esta iniciativa del profesor Verwilt. Como oyente fui contagiado por la intensa e íntima alegría transmitida por los jóvenes, por la cálida comunicación espiritual establecida entre los integrantes del conjunto por un lado y entre éstos y su profesor y director por el otro. Creo que esta alegría profunda, esta comunicación, esta entrega compartida y este amor a la música son de un inapreciable valor y constituyen el más preciado palmarés a la labor del Sr. Verwilt. Esta es la simiente de nuestro futuro musical. ¡Adelante!

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