Pedro A. Echarte - Forjar una orquesta
Ultima Hora Ibiza - Artículo Nº : 273 - Fecha de publicación : 07-05-2002
Una vez más el conjunto de cuerdas “Eivicord” que dirige Georges Verwilt se ha lanzado al ruedo presentando al público el último programa “puesto a punto” en una serie de conciertos en variados puntos de la geografía insular, camino que viene siendo ya habitual en su quehacer y que jalona su actividad convirtiéndola en fuente de gozo estético para un máximo de audiencia. Sant Vicent, Sant Jordi, Jesús y Eivissa han sido en esta ocasión las etapas de la “tournée”; en las musicales alforjas partituras de Henry Purcell, Antonio Vivaldi, François – Joseph Gossec, Christoph W.Gluck y Kurt Schwaen... barrocos y clásicos (aparte el “contemporáneo” germano Schwaen, nacido en 1936 y cultivador de un simplista pintoresquismo decimonónico). Como un profesor de música me interrogara sobre Gossec, que le resultaba desconocido, aprovecharé para recordar que este importante compositor belga nacido en 1734 fue niño de coro en Amberes (la patria de Verwilt) antes de establecerse hacia 1751 en París, donde residió el resto de su longeva existencia; fue un prolífico sinfonista y se convirtió en uno de los “chantres” de la Revolución (francesa, claro)... falleció en 1829 después de haber sido profesor e inspector en el Conservatorio de Paris.
Había escuchado por última vez a “Eivicord” el pasado mes de diciembre y sigue confirmándose en mí la impresión del continuado progreso que sus sucesivas actuaciones evidencian; “Eivicord” sube poco a poco los peldaños de la escala del perfeccionamiento y se instala cada vez en un nivel cualitativo adquirido... no hace tantos años que escuchábamos las aún inseguras ejecuciones de lo que era un “conjunto de violines”, pero la idea rectora de su creador y director ha ido forjando paso a paso una verdadera orquesta de cuerdas. En esta ocasión por fin teníamos dos violas (una de ellas de muy buen nivel profesional) equilibrando los dos violoncelos en la sección media-grave de la tesitura (un contrabajo completaría el cuadro). Siete violines llevaron las dos partes que le están destinadas en las partituras y Verwilt pudo limitarse a dirigir.
Bien empastados los grupos instrumentales, compacto y con cuerpo el sonido, bien matizada la dinámica, ágil la respuesta a la dirección... tal vez un reproche a la justeza de afinación en los violines, más los segundos que los primeros... en fin, tarea por delante, y que no falte, como no falta entusiasmo en esta docena de jóvenes que acaudillados por su profesor se han embarcado en esta empresa con tenacidad e ilusión y están llevando el noble mensaje de la música a todos los rincones de esta isla.
Como siempre ¡Bravo!
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