Goebbels - Los once principios de la propaganda
Principio de simplificación y del enemigo único.
Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar
al adversario en un único enemigo.
Principio del método de contagio.
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo.
Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Principio de la transposición.
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo
el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras
que las distraigan.
Principio de la exageración y desfiguración.
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en
amenaza grave.
Principio de la vulgarización.
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente
de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa
a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar.
La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa;
además, tienen gran facilidad para olvidar.
Principio de orquestación.
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de
ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes
perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras
ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: "Si una
mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad".
Principio de renovación.
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a
un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté
ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder
contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la verosimilitud.
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través
de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
Principio de la silenciación.
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular
las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con
la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión.
Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato
preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y
prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar
en actitudes primitivas.
Principio de la unanimidad.
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el
mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.