Luis Landriscina  -  Cosas de milicos

 

Y esto, aclaro, me lo contaron los protagonistas de la historia, con mucho sentido del humor...

 

Y cuando la población civil ya era importante,

que entraban a haber problemas de convivencia,

había que establecer un orden policial,

así que se sacaba de los fortines diez o doce milicianos,

se les impartían instrucciones precisas,

se les daba un distintivo

y pasaban a cumplir funciones de policía,

y por eso a nosotros nos quedó la maña de decirle al policía "milico",

porque el primer policía que tuvimos era de la milicia,

era miliciano,

entonces, pa' nosotros...

el milico.

Y no le decimos para agredirlo, ni pa' faltarle, no :

milico, pa' nosotros es "mi lico",

y si son muchos, la milicá.

 

Y claro, a esta gente se la contrató

para la policía del territorio

no por su nivel intelectual, su inclinación particular por la poesía universal o la música clásica...

Se los contrató por el ancho del lomo y la habilidad pa'l sable,

porque eran épocas duras,

había que ser de muchas agallas pa' ser milico hace cincuenta o sesenta años en el Chaco.

 

Ustedes saben lo que es ser autoridad y entrar a un baile y decir :

- Señores, terminó el baile porque se venció el horario del permiso.

Y te salía un tape de debajo un árbol de metro ochenta y te decía :

- Me parece que no ha terminao, tenemos ganas de seguir bailando.

Y qué le ibas a decir vos a éste...

- Mire, no me haga esto que me compromeeete...

Ahí el milico ni preguntaba,

pelaba el sable, primer sablazo al farol,

y después a repartir chatarra y no,

no quedaban ni los músicos.

 

Y eso les dio una fama bastante brava :

- Y, son todos unos bestias, no, son muy brutos, no viste lo que te hacen...

Claro, fue una necesidad de la época...

Claro, cuando se hace provincia

se trató de ralear lo más grueso,

pero algunos rezagados quedaron,

entre ellos un pariente mío, pero lejano,

casi ni nos tratábamos, ¿no?

preparao pa' bruto,

el Cabicho Altamirano.

 

Lo habían mandado pa' un procedimiento,

por aquel entonces,

pa' un apuñaleao que había habido

en el almacén de Sebastián Peralta e Hijos,

que era  ramos generales, despacho de bebidas y cancha de bocha.

Ya pa' ese entonces

una cancha de bocha

justificaba uno o dos ensartados por semana,

pero tirando pa' fin de semana,

tampoco hay que exagerar.

 

Volvió del procedimiento

y el presunto comisario,

le digo presunto porque nosotros le decíamos comisario

a un tipo que era suboficial a cargo del destacamento,

pero como era jefe de comisaría

le decíamos comisario,

entonces lo llama :

 

- Cabicho.

- Ordene señor.

- ¿Vos te fuiste pa'l procedimiento de lo de Peralta?

- Sí señor.

- ¿De a caballo te fuiste?

- Sí señor.

- ¿Cuando vos llegaste ya te encontraste con el occiso?

(Laaarga pausa...)

- Cuando yo llegué lo que encontré fue un muerto.

(Carcajadas)

- Y bueno, che amigo, - le dice el comisario - el muerto es el occiso.

- No señor, el muerto es un tal Medina, Hilario Medina, cuarenta y cuatro años.

Entonces, el comisario le dice :

- Lo que te quiero decir, que occiso se le dice al muerto pa'l sumario.

- Aaah...

- Y a propósito del sumario, ¿vos le dictaste al sumariante y al escribiente el informe que ellos escribieron?

- Sí.

- ¿Vos les dictaste eso? ¿Lo que ellos pusieron en el papel es lo que vos les dijiste?

- Sí señor.

- ¿Estamos hablando del mismo muerto, Cabicho? ¿El que está ahí en el carro de Zamora, tapado con una frazada marrón?

- Sí.

- ¿Ése es el tal Medina?

- Sí.

- Según vos, ¿el tal Medina murió de muerte na-tu-ral?

- Sí.

- ¿Pero cómo va a morir de muerte natural, che amigo, un tipo que tiene catorce puñaladas?

- Y bueno, mi comisario, - dice - con catorce puñaladas, natural que muera...

 

Luis Landriscina...

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