Màrius Carol - El peatón, especie amenazada
La Vanguardia, 9 de septiembre de 2008
Remitido por Isabel Núñez
El Ayuntamiento de Barcelona quiere unir el Trambaix y el Trambesòs por la Diagonal, para lo cual ha previsto modificar esta avenida, de tal modo que las vías del tranvía (ida y vuelta) convivan con dos carriles de autobuses, otros dos de bicicletas, un par de pasillos de servicios, cuatro viales para automóviles y unas aceras más amplias para peatones, que se disputarán el espacio baldosa a baldosa con las motocicletas aparcadas y las furgonetas de carga y descarga, que seguirán invadiendo el territorio del viandante por la proximidad a los establecimientos donde reparten su género. Con esta decisión, el Consistorio descarta definitivamente que el tranvía circule soterrado como sugirieron los técnicos municipales porque la Generalitat consideró que era demasiado caro. La solución adoptada concentra tantos actores de movilidad que se conseguirá que la Diagonal sea lo más parecido al camarote de los Hermanos Marx de "Una noche en la ópera", cuando Groucho pide para la cena un menú de huevos inacabable: "Camarero, traiga dos huevos fritos, dos revueltos, dos pasados por agua, dos en tortilla y dos huevos duros". "Mec" (suena la bocina de Harpo). "Que sean tres". La Diagonal dejará definitivamente de ser un bulevar, con sus aceras interiores, como ya ocurrió con el paseo de Gràcia en su día. Y como las calles no son de goma, la introducción del tranvía no sólo reducirá espacio al coche privado, sino al peatón, especie amenazada en la ciudad, porque cada vez resulta más difícil poder ejercer de viandante. En la Diagonal pronto será más fácil ser cotorra que transeúnte, porque las primeras se han hecho fuertes en las palmeras de la avenida, mientras que los peatones quedaremos constreñidos en los laterales, disputando cada palmo con las motos aparcadas, las camionetas de transporte y las estaciones de "bicing". La nueva Diagonal costará alrededor de cien millones de euros, supondrá meses y más meses de obras en cuatro kilómetros de Barcelona, comportará la tala de centenares de árboles, acarreará la desaparición de cuatro carriles de automóviles y conllevará la reordenación del tráfico del Eixample. El alcalde, finalmente, y después de muchas dudas, se ha convencido de que el cambio permitirá convertir la avenida en paseo, pero, a la vista de la cantidad de medios de locomoción públicos y privados que se disputarán los cincuenta metros de ancho de calle, habrá que poner cascos azules para proteger el territorio peatonal. A lo mejor pensando en ellos el alcalde ha definido el cambio como una manera "de pacificar la Diagonal".
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