Rita Vallès i Serra - Cambio moto por bici
Diario de Ibiza, 25 de septiembre de 2008
No recordé que se celebraba el Día sin coches en Eivissa hasta que el martes me encontré atascada en Vara de Rey, donde se concentraban muchos más vehículos de cuatro ruedas de lo que es habitual. Con motivo de la celebración se cortaron algunas calles, así que había mucho tráfico. El Día sin coches se ha convertido en una más de esas jornadas absurdas -como el día del padre, de la madre, de los enamorados...-, pero encima sin regalitos. Es un simple paripé de los políticos, que intentan esconder su pésima gestión en el área del transporte con la actuación de payasos y sacando a pasear algunas bicicletas. La respuesta ciudadana ha sido siempre la misma: ninguna. ¿O es que alguien va a cargar con las bolsas de la compra y los niños sobre una bici, jugándose la vida, mientras Joan Rubio, concejal de medio ambiente, intenta justificar el enésimo retraso en la puesta en marcha de un servicio de alquiler de bicicletas en la ciudad? Lo que habrá que alquilar será sillas para verlo, el día en que de verdad funcione ese servicio, sin carriles bici en la ciudad y con un tráfico endiablado. Propongo al Ayuntamiento que, si el sufrido ciclista llega vivo a su destino, le den un premio.
El Día sin coches es también la oportunidad para ver cómo algunos políticos cogen un pedal, en el sentido deportivo del término. A lo largo de las últimas décadas he podido ver a gestores de todos los colores, subidos en la bici y prometiendo más transporte público y más carriles para velocípedos, que al terminar los discursitos oficiales vuelven a los aparcamientos para meter la bicicleta en el 4x4 que muchos conducen y con el que vuelven a su casa cómodamente y contaminando más que nadie, pero, eso sí, con la tranquilidad del deber cumplido.
Este año, entre las diversiones con las que pretendían concienciar a los más pequeños, esos niños que se vuelven locos con Fernando Alonso, que adoran a Valentino Rossi y que pasan las horas muertas jugando a las carreras de coches en la play, había un espectáculo de títeres. Por un momento me pareció que sus cabezas eran las de los políticos de turno, soltando por la boca las eternas e incumplidas promesas de siempre: "¡Bicis para todos!", "¡Autobuses a granel!", "¡Más plazas de aparcamiento y minibuses lanzadera!...". Lo mejor de los títeres es que el bueno siempre puede darle al final con un garrote en la cabeza al mentiroso, cosa que está muy mal vista fuera de los teatrillos callejeros y de los cuentos (chinos).
Un año más, finalizamos el día sin vehículos de la misma manera que lo iniciamos: fastidiados por el tráfico, por la falta de aparcamiento, por las multas, por la birria de transporte público, por la ausencia total de carriles bici. Sólo hay una sutil diferencia con el resto de días del año: durante esa jornada, la clase política renuncia a vender motos para vender bicicletas. A ecologistas no les gana nadie.