Roger Pons - En recuerdo de Antonio Estevan

 

20 de septiembre de 2008

 

Puede parecer una paradoja que, cuando acaba de dejarnos el amigo y compañero de lucha Antonio, tengamos un sentimiento dual de tristeza y de alegría, sentimiento de pérdida y de consuelo, al mismo tiempo; sin embargo, es así.

Conocimos a Antonio Estevan cuando un grupo de gente de la Ribera y otras comarcas nos veníamos reuniendo para organizar la lucha contra el trasvase Júcar-Vinalopó. Trabajábamos de firme, pero nuestros esfuerzos se estrellaban uno tras otro contra el poderoso muro de los del hormigón, y el proyecto impulsado por el Gobierno (por aquel entonces del PP) avanzaba derribando todos los impedimentos legales que nosotros éramos capaces de plantear.

Antonio se presentó en una de las nuestras reuniones, allá por el 2002, y ya no nos dejaría de la mano hasta que el destino lo quiso. Juntos formamos "Xúquer Viu" y juntos logramos movilizar la sociedad valenciana en contra del trasvase proyectado.

Realmente, la suya fue una colaboración de un nivel técnico tan elevado que nos sorprendía. Todos teníamos la sensación de gozar del mejor asesor que hubiéramos podido pedir. Incluso en los momentos en que todo parecía perdido, era capaz de crear una solución factible y respetuosa con el medio ambiente, que servía nuevamente de revulsivo.

Pocos meses después del cambio de gobierno se celebró una reunión en la que iba a cerrarse definitivamente el tema del Júcar-Vinalopó, dejando las cosas poco más o menos como estaban. Las obras iban adelante, y ya estaban a un 33% de ejecución. Y entonces pidió la palabra e hizo una pregunta retórica: ¿Y no se podría hacer otro proyecto que no fuera tan agresivo con el medio ambiente? El presidente de la comisión le dijo que si en un mes le presentaba uno, lo estudiarían. Y al próximo mes presentó no uno, sino dos. Se aprobó el que cogía agua del azud de la Marquesa; pero el otro, que no cogía agua del Júcar, era aún mejor.

Él era así de genial como técnico científico, pero su calidad humana no era menor. Tenía una gracia comunicativa enorme y una gran habilidad para tratar con la gente. Era una persona accesible, podías acudir a él para hacerle cualquier consulta, y participaba en cualquier acto, ya fuera del más alto nivel o la reunión más sencilla. De una bondad total, llano como la mano, con la sonrisa fácil, y un ánimo de hierro que no minaba ninguna derrota.

Hemos cenado muchas noches con él, y mientras nosotros tomábamos café y él nos acompañaba con un helado, la tertulia era una fiesta, un placer que nunca olvidaremos, y uno de los tesoros que hemos encontrado en nuestra vida. Ahora se entenderá por qué tenemos esta sensación, y que su pérdida nos deje huérfanos.

La mayoría de los 250.000 habitantes de la Ribera no conocían a Antonio Estevan, y sin embargo, todos deberíamos estarle agradecidos. Sin su providencial intervención, seguramente se habría hecho el transvase desde Cortes de Pallàs, y si el Júcar ya está realmente mal, tendría una solución casi imposible.

En los últimos meses tuvo menos actividad. Cuando íbamos a visitarlo, no paraba de recordarnos que estuviéramos alerta, porque los enemigos del Júcar no iban a darse por vencidos y seguirían intentando coger agua, de la poca buena que le queda.

En nombre de "Xúquer Viu", muchas gracias, Antonio, por tu ayuda inestimable y desinteresada. Gracias también en nombre de todos los que queremos parar el proceso destructivo de nuestro medio y especialmente del Júcar y la Albufera. Tu aportación ha sido enormemente valiosa. Y finalmente, en nombre de todos los que hemos tenido la suerte de tratar contigo, gracias por ser tan buena persona. Nos consideramos afortunados por haberte conocido.

 

(Traducción castellana de Juan Manuel Grijalvo)

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