Juan Manuel Grijalvo - Día sin coches, 2005 - El "feng shui" al revés
(Ultima Hora, 21 de septiembre de 2005)
El 22 de septiembre de cada año se celebra el "Día sin coches". Visto el innegable fracaso de la iniciativa, los burócratas la han reconvertido en la "Semana europea de la movilidad". Hay quien le añade coletillas como "segura", "sostenible" o, ya puestos a buscarle tres pies al gato, "ecológica". Para que no se pueda decir que no sirve para nada, me da la ocasión para hacer un breve balance anual sobre cómo va el asunto aquí y ahora.
En otras ocasiones hemos hablado usted y yo del estúpido modelo de movilidad al uso. Las numerosas autoridades competentes se han empeñado, por razones que no se me alcanzan, en proporcionar a los ciudadanos algo que podríamos describir como transporte público individual. Ellos "ponen" las carreteras. Eso implica que nosotros las pagamos cuando las hacen, las volvemos a pagar cuando las financian, y las pagamos otra vez cuando se deshacen y hace falta rehacerlas. Eso sucede en ciclos cada vez más cortos, porque cada vez hay más tráfico y más pesado.
El resto de su demanda de movilidad se lo tiene que resolver usted mismo. Ha de comprar un automóvil privado. Eso implica pagarlo, financiarlo y rehacerlo cada vez que se deshace. Cosa que sucede en ciclos cada vez más cortos, porque su coche padece obsolescencia planificada; es decir, se vuelve anticuado por el mero transcurso del tiempo. También ha de conducirlo. Eso implica que usted ha de cumplir todos los requisitos legales para obtener y mantener el carnet de conducir hasta la senectud.
Y también ha de aparcar. Por eso las numerosas autoridades competentes destinan una parte cada vez mayor de un suelo urbano cada vez más escaso a estacionamientos libres... o de pago: son las famosas "zonas azules". La otra cosa... usted puede comprar - y financiar - una plaza de garaje para su coche... y otras para cada uno de los que posean sus familiares, porque el automóvil resulta ser un vehículo individual, no colectivo. Bueno... podríamos seguir desguazando el tema, sin que las numerosas autoridades competentes se dignen revisar sus planteamientos. Ya ve usted que los que cortan el bacalao no tienen por qué revisar nada. Bueno, lo haremos nosotros.
Es preciso replantear los problemas de la movilidad desde el punto de vista del interés público. El objetivo de la maniobra es transportar cargas útiles con los mínimos costes en tiempo de vida humana y otros recursos limitados, especialmente si no son renovables. Si no se puede hacer con transporte público individual, tendrá que ser con transporte colectivo privado.
La objeción más habitual es que en esta isla no se puede poner transporte colectivo porque el poblamiento disperso lo hace inviable. Eso estaría muy bien si fuera verdad. Si trabaja usted como agricultor, vivir en medio de su campo tiene ventajas e inconvenientes. Por una parte minimiza los desplazamientos laborales, porque su "oficina" está frente a la puerta de su casa. Por otra, limita su vida social, le dificulta el acceso a la sanidad, a la educación y a la cultura. Salvo que haya escogido usted vivir como nuestros tatarabuelos, le complica la logística hasta el absurdo. Los servicios que necesitan actualmente las viviendas se vuelven caros hasta lo prohibitivo. Cuando todos los miembros de la familia se han vuelto urbanitas, la casa solariega se reforma para alquilarla o venderla al mejor postor. Esto es lo que hay.
Cualquier futuro sostenible en esta isla pasa por concentrar la población en las aglomeraciones existentes y dejar el campo en paz, porque lo estamos conviertiendo en un basurero. Como el PTI del PP hace exactamente lo contrario, condena a los habitantes de ese agro tan poco rústico a tener y mantener un automóvil para cada miembro de la familia. Los que conducen pierden una parte sustancial de su vida al volante. A los que no saben, no quieren o no pueden les creamos una dependencia permanente de los desdichados que les hacen de chófer. Cuando los hijos adolescentes quieren salir por la noche, la cosa involucra a los padres en un trabajo de taxista a horas intempestivas que no tiene maldita la gracia. Un "involucrum", por si no lo sabía usted, es un armatoste que usaban los carceleros romanos para juntar los presos de dos en dos. Les hacía la vida singularmente incómoda, como aquellas cadenas ni cortas ni largas que les impedían estar de pie, sentados o acostados. O los grilletes que se ponían a los forzados en las galeras, que aparejaban a un cristiano con un musulmán. Así era más difícil que se pusieran de acuerdo para fugarse.
Yo me alegré cuando le dieron el cargo a Stella Matutes. Supuse que sus años en Bélgica le habrían servido para documentarse un poco sobre eso de la movilidad. Allí tienen un transporte público solvente desde hace muchos años. Otro día, si usted quiere, le contaré un par de anécdotas sobre los ferrocarriles y tranvías belgas antes de la era del automóvil. El abuso torpe y malvado que se hace de los coches ha convertido algo que podía haber tenido su aquél en una plaga bíblica que mata primogénitos a millares. Ahora se está recuperando una cierta mesura. En algunos sitios se están planteando pagarles los viajes a los burócratas que vayan a la oficina en tren. Sale más barato que ampliar las calles y hacer más garajes para más coches. Cosa que pronto no será cara, sino imposible.
Aquí y ahora, los que cortan el bacalao han descubierto que la solución de nuestros problemas es... cómo no... más y más y más y más y más de lo mismo. Los "desdoblamientos" de carreteras ya nos han dado unos cuantos pegotes de asfalto francamente horribles. Esto no es más que el principio. Seguimos con la creciente escasez de los combustibles fósiles, que son la fuente de energía para que el tiovivo siga dando vueltas. Y la extensión de "nuestro" estúpido modelo de movilidad a China genera un tirón de demanda que lo hace insostenible hasta lo inestable. De ahí que los precios suban. Y seguirán subiendo.
Aquí y ahora, las numerosas autoridades competentes mantienen su matrimonio a su conveniencia con el complejo asfalto-automóviles-combustibles-etcétera. Maximizan los flujos de tráfico y los "organizan" para que pasen por los aforos de su peaje en la sombra. Pero no es el cauce el que hace el río... El plan de carreteras es como el "feng shui", pero al revés.
Si se da usted cuenta de que va por el camino equivocado, no importa cuánto haya andado por él: dé la vuelta y desándelo.
Movilidad - Eivissa - Ibiza...
Transporte público individual...
Transporte colectivo privado...