Juan Manuel Grijalvo - Rodillera

 

(Ultima Hora, FDS, 10 de enero de 2003)

 

Ya sabe usted que yo escribo habitualmente sobre movilidad, accesibilidad... o las dos cosas juntas. Una de mis tesis es que vale la pena que nos ocupemos en allanar caminos mientras estemos sanos y válidos. Cuando algún imprevisto nos complique la existencia, ya será demasiado tarde. Y no estoy hablando de estos accidentes gravísimos que condenan a pasar el resto de la vida en una silla de ruedas. Aunque es un caso bastante más frecuente de lo que parece... Las víctimas se vuelven invisibles, porque las barreras arquitectónicas les impiden salir de casa. Las sillas de ruedas son una ayuda, pero no permiten acceder a todas partes, ni mucho menos. Un simple escalón ya puede ser un obstáculo insuperable, aunque estén motorizadas.

Hay muchas circunstancias que nos cambian la vida de la noche a la mañana, sin ser en absoluto infaustas... Por ejemplo, un nacimiento en la familia. Eso suele implicar la compra de un vehículo nuevo: el cochecito de bebé. El modelo "clásico" cada vez se vende menos. Ahora mismo, puede encontrar usted una especie de triciclo con ruedas de gran diámetro que sirve para desenvolverse por todo tipo de terrenos, incluyendo esas obras de "mejora urbana" con las que nos obsequian nuestras dignísimas autoridades cada vez que hay elecciones a la vista. Pero todos esos adminículos se vuelven inútiles cuando ocurre algo que es, por otra parte, bastante frecuente y natural: un parto doble. Con dos bebés... no hay manera. Al parecer, los padres suelen experimentar con esas sillitas para llevarlos uno junto a otro, hasta que se cansan de no poder pasar entre los coches aparcados. Entonces lo intentan con los modelos en tándem. Los hay de varias clases. "El de toda la vida" parece la carroza de Cenicienta, con los dos pasajeritos encarados entre sí... con toda la "interacción" que implica eso. El tipo moderno me recuerda uno de esos helicópteros de ataque que llevan el artillero delante y el piloto detrás. Se supone que evita las discusiones cuando los dos quieren ir de cara a la marcha... Es más, digamos, igualitario.

Con esos cochecitos es más factible sortear los automóviles mal aparcados y el resto de los incordios que un urbanismo poco racional pone en nuestro camino. Pero las ventajas no se pueden separar de los inconvenientes. Para levantar el extremo lejano... hay que hacer palanca desde el cercano. A medida que los bebés se desarrollan, eso se vuelve más y más trabajoso... hasta lo imposible.

Otras circunstancias pueden reducir nuestra movilidad. A veces son temporales, a veces no. Una simple caída nos puede quebrar un hueso. Un esguince o una luxación pueden complicarnos mucho la vida. En mi caso, he tenido un incidente muy pequeño. Llevo sólo una rodillera elástica, y el médico me ha dicho... que no suba escalones. Pues ya ve usted, no me había dado yo cuenta de la cantidad de peldaños que hay en los trayectos que hago a diario para ejercer mis actividades más cotidianas. Y usted también tiene dos piernas, con su propia rodilla cada una.

Probablemente, lo mío se arreglará... hasta el próximo signo de, digamos, mala pata. Y los signos son confusos...

juan_manuel@grijalvo.com

 

Ilustración de Pep Tur

 

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