Juan Manuel Grijalvo - Efecto y causa
Hace unos días hablamos usted y yo de eso de la sostenibilidad. Vimos algunos casos concretos. La seguridad de una casa aislada en Eivissa depende de que esté bien comunicada. Por eso, usted puede vivir en aquellas partes del campo en que las administraciones públicas construyen y conservan carreteras y caminos. Además, ha de pagar - y conducir - un coche. La urbanización del campo es al mismo tiempo efecto y causa del modelo de movilidad que tenemos.
Cuando estudiaba geografía, me enseñaron que el poblamiento puede ser concentrado o disperso. En muchos lugares, los labradores viven en pueblos y van cada día a trabajar al campo. En Eivissa cada finca tiene una casa, y los pueblos consistían en una iglesia, una tienda, una escuela y poco más.
Si el uso del suelo es mayormente agrícola, los dos modelos tienen sus ventajas. Vivir en mitad del campo acorta los desplazamientos para trabajar la tierra, pero alarga todos los demás. Por contra, todos los servicios que hay en un pueblo, pocos o muchos, quedan cerca. Y los vecinos también. A veces, demasiado...
El artículo 33 de la Constitución dice lo que sigue:
1. Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia. 2. La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes. 3. Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las leyes.
Por otra parte, el artículo 139 dice que:
1. Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado. 2. Ninguna autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen la libertad de circulación y establecimiento de las personas y la libre circulación de bienes en todo el territorio español.
Cuando hable usted con alguno de los que hicieron la Constitución, pregúntele en qué autoridades estaba pensando...
Los poderes públicos están para que se cumplan las leyes. Por otra parte, hay personas que hacen lo posible para que se apliquen del modo que, ejem, lesione menos sus intereses. De esto hablaba Enric Ribes en su artículo "Tothom vol justícia, però no per a ca seua". Lo que sucede en la realidad real es la resultante de la interacción de las diversas "fuerzas del mercado", más o menos mediatizadas por las administraciones.
Ahora el uso del suelo rústico es cada vez menos agrícola y más residencial. Vivir todo el año en el campo tiene ventajas e inconvenientes. Y sólo es posible porque cualquiera puede comprar un automóvil. Como todo queda lejos, hay que ir a todas partes en coche. Si hay niños o ancianos en la familia, los conductores les hacen de chófer y se pasan horas innumerables al volante. Si el vehículo se avería, los desplazamientos se vuelven muy difíciles. En cada casa "hacen falta" dos coches y dos permisos de conducir... por lo menos. "Lo ideal" es un carnet y un vehículo por persona.
Vivir en el campo requiere también bastante transporte pesado. No bastan ya los carros de antes. Hacen falta camiones para traer agua, materiales para construir y reparar las casas, muebles, electrodomésticos... y para llevarse los desperdicios. Antes, la "eliminación de residuos sólidos" era otra cosa. Las antiguas formas de vida no producían basura en el sentido moderno de la palabra. Eran sostenibles porque no podían no serlo. El envase moderno no se recicla y genera un gran peso y volumen de residuos. Parte del problema es que el estuche es ante todo un soporte publicitario. Los productos se han vuelto muy similares en sabor y precio, porque toda su obsesión es copiar la marca líder. Por eso será que "hace falta" destacarlos en la estantería de la tienda a fuerza de cajas grandes y colores chillones...
El caso es que a muchas personas les gusta la paz del campo, porque no pueden vivir - ni dormir - en las ciudades. Pues algo habrá que hacer, porque con tanto amor a la naturaleza nos la estamos cargando. Tanta vivienda aislada machaca demasiado territorio. No es sólo la construcción. Tiene que sumar usted las infraestructuras para que circulen coches, camiones, etcétera. Y el voluminoso aparato logístico para "sostener" todas las "necesidades" de la vida moderna en una casa que no funciona precisamente como una estación espacial...
Las ciudades tienen las ventajas y los inconvenientes de la aglomeración. Para hacerlas más habitables, hemos de "ruralizarlas". No cuesta mucho. Basta hacer parques en lugar de aparcamientos y zonas verdes en vez de zonas azules. Es muy importante que no sean islas en medio del asfalto y del cemento. Esto se hace plantando árboles en las avenidas que van al campo. Tendrían que llamarse alamedas si tienen álamos, alisedas si son alisos, etcétera.
Todo esto es de cajón. Los urbanistas babilonios ya lo sabían. Y los griegos, y los romanos, y los árabes. Y los reformistas ilustrados como Ildefons Cerdà, el autor del ensanche de Barcelona. A nosotros "se nos ha olvidado"... y así nos va.
Otro día, si usted quiere, podemos hablar de esa encuesta del Govern Balear sobre los problemas que nos preocupan a los "gobernados". Pues no los resolveremos preocupándonos. Los arreglaremos si nos ocupamos, por ejemplo, de fundar una sociedad anónima y de poner en marcha un medio de transporte nuevo. Con eso podemos pensar otro modelo de movilidad - y de urbanismo - que nos permita prescindir del coche. Las otras "recetas", sencillamente, no van a funcionar.
Encuesta (pendiente)...
Construyendo el País de las Maravillas...