Dedicado a J. S.
(Diario de Ibiza, 31 de agosto de 2000)
Yo soy muy joven de espíritu, pero siendo mi edad física la que es, resulta que cuando vivía en Barcelona estuve a tiempo de participar en las protestas estudiantiles de los últimos años del franquismo. Las autoridades las reprimían con mucha violencia. Verá usted, una vez pasó que varios estudiantes hicieron una barricada con unos muebles en la puerta de cierto edificio y se disponían a defenderla contra la Policía Armada. Imagínese usted la escena: los cascos, los escudos, las porras...
Total que pasó por allí un autobús de la Guardia Civil. Al parecer, volvían de hacer prácticas de tiro. Alguno de los estudiantes les arrojó un objeto. En un instante el vehículo se detuvo, los guardias bajaron, formaron en dos filas y apuntaron los fusiles hacia aquellos chicos. A mis coetáneos no importaría explicarles lo que pasó después. En atención a quienes no han vivido aquello, diré que en cosa de segundos ya no quedaba nadie en el lugar de autos.
Usted se preguntará por qué le cuento ahora esta "batallita". Pues mire, me he acordado al leer en la prensa que la Guardia Civil cerró el acceso a las obras de Es Pouet. Minutos después de marchar los agentes, alguien rompió el precinto y todo siguió funcionando como si tal cosa.
Ya habrá colegido usted que sigo sin ser partidario de que la Guardia Civil vaya por ahí encañonando al personal con armas largas si no es imprescindible. Pero esto tampoco es plan. Probablemente, la orden de paralizar los trabajos es legal. Si no, los afectados la habrían recurrido y los jueces habrían suspendido su ejecución.
La Guardia Civil está para hacer cumplir las leyes cuando no queda otro recurso, ¿no es así? Hace unos años, el siguiente paso hubiera sido detener inmediatamente a los que se hallasen en el recinto, a los promotores, a los posibles cómplices, etcétera, y hacerlos procesar a todos por resistencia a la autoridad, lo que ya era un delito grave por sí mismo.
Y ahora... ya ve usted. No hace falta valorar los papeles que están haciendo los representantes de las instituciones: ellos mismos se están calificando unos a otros con un entusiasmo digno de mejor causa. Por mi parte, sólo quería decir que esta, digamos, situación no se habría dado si en Eivissa hubiera una administración única.
La actual organización local tiene muchos inconvenientes, alguno de ellos gravísimo. Tal vez alguien se anime a explicarme qué ventajas tiene seguir igual. Porque yo no acierto a verle ninguna...
Administración única en Eivissa...